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domingo, 8 de agosto de 2010

Por CARLOS ALBERTO GONZALEZ
BOGOTA -- El nuevo presidente de Colombia Juan Manuel Santos afirmó el sábado durante su discurso de investidura que una de sus prioridades será reconstruir las relaciones con Venezuela y Ecuador, mientras no cerró la puerta al diálogo con las guerrillas colombianas, pero sólo si éstas se someten a la ley y renuncian a las armas.

"Así como no reconozco enemigos en la política nacional, tampoco lo hago en ningún gobierno extranjero'', afirmó en su discurso Santos y subrayó: "la palabra guerra no está en mi diccionario cuando pienso en las relaciones de Colombia con sus vecinos o con cualquier nación del planeta''.
En un discurso de 50 minutos, interrumpido más de una docena de veces por aplausos, Santos dedicó buena parte del mensaje a destacar su compromiso por reducir la pobreza y el desempleo, y por mejorar la calidad de vida de los colombianos, tradicionalmente descritos como parte de las razones para el largo conflicto armado interno, que data de los años 60.
El nuevo mandatario, un economista de 58 años, incluso dedicó partes de su discurso a tratar temas que Colombia casi siempre ha debido soslayar precisamente por ese conflicto: la necesidad de ayudar a países como Haití, sumergido en la pobreza y devastación tras el terremoto del 12 de enero.
Con un tono de voz pausado y un discurso que delineó una agenda cuyos temas van desde la educación hasta el medio ambiente, Santos marcó diferencias con su antecesor, Alvaro Uribe, con un lenguaje más simple y concentrado en sus ocho años de colaboración con el gobierno (2002-2006/2006-2010), combatiendo a las guerrillas, a las que efectivamente hizo retroceder a remotos puntos del país.
Fue precisamente bajo la gestión de Santos como ministro de Defensa (2006-2009) que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) recibieron sus más duros golpes, catapultando a Santos a su candidatura presidencial en nombre del oficialista Partido Social de Unidad Nacional (Partido de la U).
Y ya sin la presión de tener a grupos rebeldes en las afueras de grandes ciudades, Santos, quien gobernará en el cuatrienio del 2010 al 2014, pareció más centrado en las raíces de los problemas, desde la economía hasta el uso y propiedad de las tierras.
No dejó, sin embargo, de mencionar a Uribe, al que calificó de un dirigente ‘‘genial'' e "irrepetible'' provocando una salva de aplausos de pie de los asistentes, entre ellos los mandatarios de más de una docena de países de la región, desde el de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, hasta el mexicano, Felipe Calderón.
"Uno de mis propósitos fundamentales como presidente será reconstruir las relaciones con Venezuela y Ecuador'', aseguró Santos en su discurso desde un podio colocado en la escalinatas del Congreso y de frente a la céntrica Plaza de Bolívar.
Tras meses de gestiones, Colombia y Ecuador designaron a fines del año pasado encargados de negocios, tras la ruptura de relaciones por parte de Quito en el 2008 por un ataque de fuerzas colombianas a suelo ecuatoriano para eliminar un campamento de la guerrilla, lo que Quito ha considerado una violación a su soberanía.
En un gesto de que esas relaciones con Quito irían camino al restablecimiento, el presidente de Ecuador, Rafael Correa, quien no visitaba Colombia desde octubre del 2007, llegó el sábado para tomar parte en los actos de posesión.
Venezuela rompió relaciones con Colombia el pasado 22 de julio, molesta por las denuncias hechas aquel día por Bogotá ante la Organización de los Estados Americanos (OEA), de que en territorio venezolano se encontraban jefes de las FARC y del Ejército de Liberación Nacional (ELN) con el visto bueno de las autoridades de la vecina nación, que lo negó.
Aunque el gran ausente fue el presidente venezolano Hugo Chávez, sí llegó en la jornada su canciller Nicolás Maduro.
"Les agradezco a tantas personas de buena voluntad que se han ofrecido a mediar en la situación con Venezuela, pero debo decir honestamente que, dadas las circunstancias y mi forma de ser, prefiero el diálogo franco y directo'', añadió.
"Y ojalá sea lo más pronto posible'', agregó en medio de aplausos.
Sobre el tema de buscar la paz con la insurgencia a través de diálogos, Santos reiteró su mensaje de la campaña electoral: las conversaciones son posibles, pero sólo si los rebeldes deponen las armas.
"La puerta del diálogo no está cerrada con llave'', subrayó.
A los grupos armados ilegales "que invocan razones políticas y hoy hablan otra vez de diálogo y negociación, les digo que mi gobierno estará abierto a cualquier conversación que busque la erradicación de la violencia y la construcción de una sociedad más próspera, equitativa y justa''.
Pero "eso sí, insisto, sobre premisas inalterables: la renuncia a las armas, al secuestro, al narcotráfico, a la extorsión, a la intimidación'', sentenció.
El nuevo mandatario colombiano, quien tiene una larga carrera política, habiendo sido ministro de Comercio Exterior, Hacienda y Defensa, fue juramentado una hora antes por el jefe del Senado. Más tarde el mandatario saludó a su familia, sentada al otro lado de los asientos de las autoridades en las escalinatas del Congreso: la primera dama María Clemencia Rodríguez y sus tres hijos, Martín, de 21 años; María Antonia, de 19 y Esteban, de 16.