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jueves, 21 de julio de 2011

ROSA FOGOSA
Las mecedoras no son cosa de abuelas. Tener sexo mientras estás sentada en su regazo en una mecedora es sumamente íntimo y emocionante. Aquí lo que debes hacer cuando te sientas más atrevida que cariñosa: pídele que se siente con las piernas cruzadas. Esta evocadora postura reinventa el concepto de la silla, elevando a los amantes hasta el séptimo cielo.


Mientras la mujer realiza el esfuerzo, su chico la colma de besos en la espalda para alentarla. Una posición para amantes valientes, flexibles y en búsqueda de sensaciones fuertes.
Al igual que en una mecedora, el centro de equilibrio es difícil de encontrar en esta postura sexual. Pero a la vez, es un desafío estimulante para los amantes que de este modo pierden el control y se abandonan al placer.
La mujer toma las riendas, decide la penetración y su intensidad. Aunque tiene mayor movilidad que el hombre, no puede servirse de sus manos ya que las usa de soporte, de tal modo que él puede ver y besar la espalda de su pareja.
El hombre también puede incorporarse un poco con fin de alcanzar la nuca de la mujer. Él sostiene, suspende en el aire o sujeta a su mujer con ambas manos, y de vez en cuando, la suelta para acariciar su cintura, sus piernas o sus pechos. Esto permite a la mujer ponerse manos a la obra, ya que es ella la que se encarga de proporcionar placer a ambos.
El hombre apreciará los esfuerzos desplegados por su amante, pero ella no tanto sobre todo si le falta flexibilidad. ¡Atención esta mecedora no está hecha para descansar sino para gozar!