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martes, 21 de febrero de 2012

SAN CRISTÓBAL, República Dominicana.- La muerte de una mujer a manos de su ex marido quien luego de suicidó, trastornó la vida social de esta población, acción a la que sumaron las iglesias evangélicas, quienes realizaron un culto de oración en contra de la violencia contra la mujer. Yissel Danneris Feliz Ferbrillet, de 32 años, fue asesinada de más de 15 puñaladas a manos de su ex esposo, Roberto Antonio Cabrera Dionisio, conocido en la población como ( Chiqui), de 32 años, donde también le quemó el rostro con una plancha que la víctima usaba momentos en que el victimario llegó a la casa en donde residía la occisa junto a su abuela y sus hijos.

Desde el pasado día 15 de diciembre del pasado año, el victimario fue sometido a la justicia por la Policía Nacional, acusado de golpear y amenazar a su ex mujer con darle muerte.

El pastor de la iglesia “Hechos 4:12”, Frank Bienvenido Jiménez Hijo, en un culto que reunió a decenas de personas, oró para que ceda la violencia en contra de la mujer y también de los hombres.

Roberto Antonio Cabrera Dionisio, el victimario, fue empleado del ayuntamiento, y era conocido como un hombre alegre, que abrazaba en las calles a sus amigos, en especial en el parque central, y otros lugares de diversión, como demostrando ser un ser alegre.

Se presume que Cabrera Dionisio, preparó su muerte y la de su ex mujer, ya que antes de cometer el crimen, ingirió una sustancia venenosa, falleciendo en la sala de emergencias del Hospital Juan Pablo.

Ambos cadáveres fueron velados en las respectivas residencias de sus familiares, en la calle Presidente Antonio Guzmán, de Madre Vieja Norte, y en la funeraria La Esperanza, donde asistieron decenas de personas.

Para esta tarde está previsto el sepelio de los cadáveres, en el cementerio municipal de Sainagua, mientras que un niño de cinco años, que procrearon queda en poder de una tía de su madre.

Esta doble muerte ha sido la más trascendental de los últimos años, donde algunos establecimientos comerciales cerraron sus puertas por la falta de clientes, ya que la población se volcó a los velatorios de ambas víctimas.