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viernes, 12 de junio de 2015

POR NEGRO FRÍAS, NAGUA, 13/06/15.-

La prudencia es forma o manera de ser humano hacer las cosas dentro del marco de la ecuanimidad, la razón, moderación, actuar con ahínco, respecto por los demás no actuando a la ligera en cualquier momento de nuestras vidas.

El accidente ocurrido en el día de ayer en la vía Samana, Nagua, Santo Domingo, no lleva a pensar en estos momentos en la prudencia. La mayoría de los accidentes de tránsitos ocurridos en nuestras carreteras del país, son producto de la falta de prudencia en la mayoría de los conductores que se han visto involucrados en ellos.

Más de 12 muertos, y más de un centenar hombres y mujeres heridos, fue el resultado de ese fatal y malvado accidente en carretera del nordeste.

La prudencia nos ayuda a reflexionar y a considerar los efectos que pueden producir nuestras palabras y acciones, teniendo como resultado un actuar correcto en cualquier circunstancia.

La prudencia en su forma operativa es un puntal para actuar con mayor conciencia frente a las situaciones ordinarias de la vida, si hubiese habido prudencia en los conductores en el día de ayer, hoy quizás no estuviésemos  llorando tantos muertos en el nordeste del país.

Las familias Samanenses, lloran desconsoladamente a sus deudos, producto de la imprudencia de dos conductores que les importo si quiera morir en el acto.

La prudencia es la virtud que permite abrir la puerta para la realización de las otras virtudes y las encamina hacia el fin del ser humano, hacia su progreso interior.

La prudencia es tan discreta que pasa inadvertida ante nuestros ojos. Nos admiramos de las personas que habitualmente toman decisiones acertadas, dando la impresión de jamás equivocarse; sacan adelante y con éxito todo lo que se proponen; conservan la calma aún en las situaciones más difíciles, percibimos su comprensión hacia todas las personas y jamás ofenden o pierden la compostura. Así es la prudencia, decidida, activa, emprendedora y comprensiva.

El valor de la prudencia no se forja a través de una apariencia, sino por la manera en que nos conducimos ordinariamente. Posiblemente lo que más trabajo nos cuesta es reflexionar y conservar la calma en toda circunstancia, la gran mayoría de nuestros desaciertos en la toma de decisiones, en el trato con las personas o formar opinión, se deriva de la precipitación, la emoción, el mal humor, una percepción equivocada de la realidad o la falta de una completa y adecuada información.

Hombres, mujeres y niños esparcidos en el pavimento, sembró el terror de los sobrevivientes, transeúntes, y a los miembros de los organismos de socorro, que de manera desinteresada brindaron sus esfuerzos para salvar a los pocos que quedaron vivos en el día de ayer.

La falta de prudencia siempre tendrá consecuencias a todos los niveles y este accidente ocurrido en el día de ayer es una de ellas, personal y colectivo, según sea el caso.

Es importante tomar en cuenta que todas nuestras acciones estén encaminadas a salvaguardar la integridad de los demás en primera instancia, como símbolo del respeto que debemos a todos los seres humanos.

El ser prudente no significa tener la certeza de no equivocarse, por el contrario, la persona prudente muchas veces ha errado, pero ha tenido la habilidad de reconocer sus fallos y limitaciones aprendiendo de ellos. Sabe rectificar, pedir perdón y solicitar consejo.
La prudencia nos hace tener un trato justo y lleno de generosidad hacia los demás, edifica una personalidad recia, segura, perseverante, capaz de comprometerse en todo y con todos, generando confianza y estabilidad en quienes nos rodean, seguros de tener a un guía que los conduce por un camino seguro.

Ojala que este fatal accidente y otros ocurridos en el país, nos sirvan para encaminarnos a practicar la prudencia.


Que lastima, que los conductores que causaron ese malvado accidente, no cuenten hoy con vida, para que en el proceso de su recuperación, pudiesen poner en ejecución la PRUDENCIA.