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miércoles, 1 de septiembre de 2021



El presidente de EE.UU., Joe Biden, defendió este martes su decisión de no prolongar la presencia de las tropas en Afganistán más allá del 31 de agosto, ya que la opción era «retirarse o aumentar» el número de soldados.

El mandatario dio un discurso a la nación un día después de que las fuerzas estadounidenses pusieran punto final a su repliegue del país centroasiático, tras 20 años de guerra, el conflicto más largo de la historia de EE.UU.

Biden utilizó esta intervención para justificar los pasos adoptados, ante el aluvión de críticas que ha recibido por la gestión de la retirada y por haber «dejado atrás» a al menos un centenar de civiles estadounidenses en Afganistán.

«Yo no iba a extender esta guerra eterna y no iba a prolongar una salida eterna», sentenció Biden, con tono firme, de comandante en jefe de EE.UU., desde la Casa Blanca.

Aseguró que optó por sacar a las tropas siguiendo «la recomendación unánime» de sus asesores militares y civiles, entre los que citó a los secretarios de Estado, Antony Blinken, y Defensa, Lloyd Austin, y al jefe del Estado Mayor, general Mark Milley.

Además, afirmó que estaba entre la espada y la pared por el acuerdo alcanzado en febrero de 2020 entre la Administración de su predecesor Donald Trump (2017-2021) con los talibanes por el que se pactó el repliegue de EE.UU.

«A aquellos que piden una tercera década de guerra en Afganistán les pregunto ¿cuál es el interés nacional vital? Bajo mi punto de vista hay uno, garantizar que Afganistán nunca será usado de nuevo para lanzar un ataque contra nuestra patria -siguió-. Lo hemos conseguido, lo hicimos hace una década y hemos estado otra más».

«Era hora de acabar con esta guerra», dijo.

UNA FECHA «DISEÑADA PARA SALVAR VIDAS»

Por todo ello, Biden asumió la responsabilidad de la decisión de la retirada y explicó que la fecha límite del 31 de agosto para la salida de todos los soldados de Afganistán «no era un plazo arbitrario, sino que estaba diseñado para salvar vidas estadounidenses».

Frente a las críticas sobre lo apresurado de la evacuación de los estadounidenses y los aliados afganos, el mandatario destacó que no era viable haberla iniciado en junio o en julio «en medio de una guerra civil», ya que no hubiera evitado las escenas de caos vividas en las últimas semanas en el aeropuerto.

EE.UU. se vio obligado a acelerar la salida de sus ciudadanos y de sus colaboradores afganos a mediados de agosto, ante el rápido avance de los talibanes, que el pasado día 15 tomaron Kabul, después de haber iniciado una ofensiva para recuperar territorio hace meses.

Con 120.00 evacuados en las últimas semanas, Biden sacó pecho de la operación, que describió como un «éxito extraordinario».

«Hemos completado una las mayores evacuaciones aéreas de la historia, con más de 120.000 personas evacuadas a salvo. Ese número es más del doble de lo que la mayoría de los expertos decían que es posible. Ninguna nación ha hecho algo así en toda la historia», presumió.

Parte de su alocución estuvo dedicada a explicar los nuevos retos a los que se enfrenta su país después de esta guerra, porque «la obligación fundamental de un presidente es defender y proteger EE.UU. no de las amenazas de 2001, sino de las 2021 y las de mañana», afirmó.

En ese sentido, consideró que la estrategia debe cambiar y que el fin de la guerra de Afganistán marca el final de la era de los esfuerzos militares de EE.UU. para «rehacer otros países». «El mundo está cambiando», recordó.

CHINA Y RUSIA, AL ACECHO

Mencionó «la competencia seria» que su país mantiene con China y los «retos» que Rusia presenta en ámbitos como los ciberataques y la proliferación nuclear.

«No hay nada que a China o Rusia les hubiera gustado más en esta competición que un EE.UU. empantanado otra década más en Afganistán», aseguró.