
BUENOS AIRES, Argentina. Yanilse se delinea los ojos como si se tratara de unos trazos de pincel sobre un lienzo. Está apurada. Una amiga la espera para recaudar los “pesitos” del día en un bar de Constitución. La melena larga y oscura está suelta. Con zapatillas de tacones dorados y vestida de negro, la dominicana continúa con las largas pestañas e intensifica el color de sus labios con un rojo pasión. A medida que cumple con el ritual diario, se siente nerviosa. Todavía no se acostumbra a ejercer el trabajo sexual.
Nadie la obliga a prostituirse. Pero fue estafada por unos proxenetas en Santo Domingo. Su avión aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza en 2006. De inmediato, sus aspiraciones se hicieron trizas. Su caso se tambalea entre la explotación laboral y la sexual. Se pudiera definir como una mezcla de ambas. En la isla caribeña no visualizaba opciones de progreso. Yanilse fue víctima de la doble cara de la migración: el trabajo sexual en condiciones laborales indignas.
El “backstage” de la trata de dominicanas en la Argentina se basa en redes de engaño. El “backstage” se define como lo que acontece detrás del escenario.
La segunda ola de trata y tráfico, iniciada en 2008, estaría en su punto más alto. Según la Dirección Nacional de Migraciones, 7,464 dominicanos entraron a territorio argentino en 2009, de los cuales 4,520 eran mujeres (el 50% entre 22 y 35 años). Mientras que las solicitudes de residencia aumentó a 2,179 (646 peticiones más que en 2008).
El panorama es poco alentador. Los operativos para detectar extranjeros irregulares, explotados sexual o laboralmente sube como la espuma. En 2009, la Dirección de Control de Permanencia detectó a 127 dominicanas que ejercen la prostitución -de forma irregular- sólo en la Capital Federal y Provincia de Buenos Aires. Se habla de “mafia internacional”, “peces gordos” y “causas judiciales integrales”. Las dominicanas están en la tercera posición de las víctimas de trata y tráfico de inmigrantes en el país sudamericano. Representan el 10% de las 102 investigaciones preliminares -iniciadas en 2008- que maneja la Unidad Fiscal de Asistencia en Secuestros Extorsivos y Trata de Personas (UFASE), del Ministerio Público Fiscal.
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Informe de la Dirección Nacional de Migraciones de ArgentinaEl 51% de los casos manejados en la UFASE corresponden a víctimas de explotación sexual. “Predomina el engaño en el proceso de captación. Cuando llegan acá, se encuentran en una situación de vulnerabilidad, porque están en otro país y tienen deudas. Entonces, se las comienza a llevar a los circuitos de wiskerías”, comenta el fiscal de la Procuración Nacional, Marcelo Colombo.
En una “wiskería” trabaja Yanilse. En realidad, es un prostíbulo encubierto. Constitución parece un gran mercado persa. Se oferta de todo, ya sean travestis o trabajadoras sexuales recién llegadas del Caribe. Es uno de los barrios porteños donde más conviven los bares, restaurantes criollos y las peluquerías típicas dominicanas.
Aunque no cobra los US$500 mensuales que se acordó en Santo Domingo, la joven azuana no sufre secuestro y puede apartar dinero para sus extensiones de cabello. “A los clientes les gustan con pelo largo”, asegura. Ella sale y entra cuando desea de su apartamento, pese haber recibido amenazas y golpizas.
Los dominicanas ofrecen sus servicios en el barrio porteño de Constitución.
“Argentina es un país que tiene trata interna y trata internacional. Se da todo el proceso de captación, transporte y recepción”, afirma Colombo. Pero la oferta -el anzuelo- protege un eslabón clave: las casas de tolerancia.
Al igual que Colombo, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) resalta que en el país existen distintas redes de trata. En algunos casos, los grupos están integrados por toda una familia, la cual llega a tener numerosos prostíbulos en una provincia. Los prostíbulos se encuentran prohibidos por ley. Sin embargo, cuando estos locales operan bajo otras denominaciones, como café bar o night club, se dificulta la labor. En territorio argentino, los nombres más comunes son “cabaret” o “whiskería”.
Ante esta realidad, el director de Migraciones, Martín Arias Duval ordenó que se reforzaran los controles de seguridad y chequeo desde la República Dominicana para combatir las mafias que reclutan -con engaños- a jóvenes para someterlas a la prostitución. Desde marzo pasado el organismo rechazó a 361 dominicanos en el Aeropuerto Ezeiza.
En agosto de 2009, el procurador general Esteban Righi instruyó a los fiscales que manejan expedientes de delitos de trata, a allanar las casas de tolerancia para clausurarlas. Dispuso, también, la profundización de las investigaciones a fin de identificar y enjuiciar a los funcionarios que pudieran estar vinculados con el encubrimiento de este delito. Estas medidas están relacionadas con el alegado respaldo de funcionarios públicos en la habilitación de los prostíbulos