Parte del problema radica en que no hay semáforo para los vehículos que transitan en dirección oeste-este. Solo queda como vestigio el tubo plateado que alguna vez sirvió de soporte para la señal de tránsito eléctrica.
Jocelyn Feliz tiene un niño de cuatro años que recibe terapia del habla cada 20 días en el Hospital Robert Reid Cabral. La madre y el niño se montan en una guagua en Haina y al llegar a la Lincoln caminan hasta el centro de salud.
“No le dan un chance a uno. Eso es un peligro cruzar con niños”, afirmó la madre mientras colocaba al pequeño al suelo. Feliz optó por cargar al infante luego de varios intentos para pasar al otro lado de la calle con el niño agarrado de la mano.
Luis Pérez García, entrenador de béisbol en una academia en Boca de Nigua, San Cristóbal, suele acompañar a los chicos de la liga a sus prácticas. De la parada, los peloteros caminan hasta la estación del Metro con dirección al Centro Olímpico.
Justo en la mañana de este martes, Pérez García fue testigo de cómo una motocicleta estuvo a centímetros de arrollar a una joven, solo por no ceder el paso.
“Venía un motorista fuetiao’, se iba a llevar una muchacha que se tiró al contén, por poco se la lleva con tó’. Ya han pasado muchos accidentes ahí”, narró el atleta.
Mercedes Feliz trabaja en la zona de la Lincoln y cada día debe cruzar el peligroso punto. Cuenta que en las mañanas cuando el tránsito está más pesado, un agente de tránsito está en servicio, pero no prioriza a los peatones.