La dama murió este domingo 26 de junio, en Buenos Aires, a los 96 años de edad.
Fue biógrafa de su padre, fiel conservadora de su archivo y memoria del siglo XX. Sirvió de consejera para decenas de artículos, ensayos, libros. Aquel archivo acabó dividiéndose en dos: uno, el más rico, el epistolario, fue donado al Colegio de México; el más personal, que contenía desde sus agendas hasta su máquina de escribir, fue pasado a la Biblioteca Nacional de la República Dominicana.
Conservó documentos y asesoró a investigadores en la creación de decenas de artículos, ensayos y libros como “Pedro Henríquez Ureña en familia”.