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lunes, 4 de noviembre de 2019


Esa región se mantuvo muy aislada durante el período colonial y los primeros años de la República por ser muy difícil llegar a ella, no habiendo caminos y sin puerto para el desembarco. Su escasa población se dedicaba a la agricultura y a la ganadería, para su propio sustento, y a la pesca. El único pueblo de esa región era Matanzas, dependencia de San Francisco de Macorís, según una ley del año 1858. Luego fue un puesto militar bajo el gobierno español de la anexión. Pero el pueblo de Nagua no aparece todavía.
El río Nagua era el más importante de la región, y tenía ese nombre indígena, desembocando en el mar en el lugar que llamaron Boca de Nagua, y alrededor del mismo se estableció una aldea de pescadores, que fue el primer asentamiento en el lugar, pequeño y pobre y dependiendo de Matanzas que era el único pueblo de la región. La pequeña aldea pesquera llevaba ese nombre de Boca de Nagua de manera natural sin que hubiera una designación oficial.
Con los años siguió creciendo este pequeño poblado de Boca de Nagua y las cosas mejoraron cuando una carretera se construyó para unir a San Francisco de Macorís con Sánchez y Samaná, la cual pasaba por Matanzas y Boca de Nagua.
Durante la ocupación militar norteamericana, que duró entre 1916 y 1924, se realizó un importante cambio. Fue la Orden Ejecutiva (así se llamaron las leyes de ese período) No. 673, de fecha 19 de septiembre de 1921, cuyo texto dice:
“El asiento de la Común de Matanzas, junto con todos los efectos de dicho gobierno, se traslada del poblado en que actualmente se encuentra al de Boca de Nagua”.
Esa disposición, sin tener una explicación ni justificación, fue en perjuicio de Matanzas y llevó a Boca de Nagua a ser una común de la provincia Duarte. Suponemos que ya este pueblo había crecido y tenía más importancia que Matanzas. El primer dato estadístico que tenemos de su población es el que aparece en el Censo Nacional del año 1935, donde se dice que la común tenía 8,418 habitantes y el pueblo 2, 184, lo que nos indica que la mayoría de la gente vivía aun en el campo.
El primer cambio de nombre de este pueblo se produjo en el año 1936, cuando la dictadura de Rafael Trujillo llevaba seis años en el poder, con un control total del país y un movimiento de endiosar al “Jefe” y honrar a su familia. El 4 de mayo de ese año el Ayuntamiento de la común de Matanzas dictó una resolución que decía:
“Acoger la petición de la mayoría de los habitantes de la Sección Boca de Nagua y cambiar el nombre de dicha Sección por el de Villa Julia Molina, en honor a la amantísima madre del Honorable Presidente Trujillo”.
Ya para ese año la capital de la República se había cambiado de Santo Domingo a Ciudad Trujillo, y muchos otros pueblos y provincias habían visto sus nombres modificados para honrar al dictador y su familia, así que no es de extrañar este homenaje a la madre del dictador. Aunque externamente los habitantes de Boca de Nagua se expresarían con júbilo por este cambio, en sus fueros internos debía haber habido tristeza por perder su nombre original.
En agosto del año 1946 un fuerte terremoto, de magnitud 8, asoló a toda la República Dominicana, estando su epicentro en el mar al norte de la isla. Muchas ciudades y pueblos sufrieron daños y hubo cientos de muertes. Lo peor sucedió cerca de Nagua, pues un maremoto de nueve pies de altura penetró por las playas y destruyó totalmente el poblado de Matanzas, el cual desapareció del mapa. Nagua (o Julia Molina) sufrió mucho, pero no fue destruido.
El pueblo continuó siendo el más importante de la región con su nuevo nombre. Pero las cosas cambiaron en el país y, en efecto, tras 31 largos años de dictadura, el régimen de Rafael Trujillo se vino abajo a pocos meses de haber sido asesinado en mayo de 1961 por un grupo de patriotas.
El proceso de desmantelar la dictadura duró siete meses y al final, entre noviembre y diciembre de ese crucial año 1961, mediante la Ley No. 5717, Nagua recuperó su nombre, como debía ser.
Es una lección que debemos aprender. Los nombres de nuestros pueblos tienen su historia y no deben cambiarse por vanidad, intereses de un momento determinado y sin razones justificadas.
Fuente Diario Libre