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viernes, 5 de junio de 2009

Elsa Peña Nadal viernes, 05 de junio de 2009
Fuente Externa.SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Santo Domingo, también conocida como La Hispaniola, es un tipo de isla continental con características similares a las islas de Madagascar y Papúa Nueva Guinea, y resume en poco espacio condiciones de relieve, hidrología, flora, fauna, temperaturas y pluviometría existentes sólo en los continentes, lo que la coloca en una situación de fragilidad extrema, puesto que cualquier alteración de alguno de sus ecosistemas influye en la estabilidad de los demás.
La amenaza de construcción de una fábrica de cemento en las inmediaciones del carso de Los Haitises, un ecosistema calcáreo considerado único en el Caribe, con una extensión de 1,823 kilómetros cuadrados, y que es el segundo sistema productor de agua de dicha isla, ha desatado una ola de rechazo entre la población dominicana –principalmente la población más joven- que no sale de su asombro, al ver cuán fácilmente se le entregan a un grupo de inversionistas 105 mil tareas de terreno para la construcción de una cementera, espacio que incluye parte de las tierras que se utilizarían para asentar varios cientos de familias campesinas para liberar las zonas vírgenes selváticas del carso en cuestión.
El movimiento ecologista de la República Dominicana y la Asamblea Nacional Ambiental –ANA – han respondido rápidamente a la intención, organizando protestas y movilizando sectores de la sociedad que hasta estos momentos habían permanecido algo indiferentes a la situación de los recursos naturales de la isla, terriblemente diezmados en su parte oeste, ocupada por la República de Haití, y perdidos en un 80% en la parte que ocupa la República Dominicana.
Parte del carso de Los Haitises está ocupado por un Parque Nacional del mismo nombre que existe sin su correspondiente área de amortiguamiento según establece la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza para esta categoría de área protegida. Anteriormente el Parque Nacional ocupaba un área de 1,600 kilómetros cuadrados, pero los manejos poco claros de políticos, congresistas y negociantes de bienes raíces despojaron sin explicación alguna y mediante una ley que todavía está en discusión, cerca de mil kilómetros cuadrados que correspondía a esa necesaria área de amortiguamiento.
Los ecologistas alegan, entre otros argumentos, que la producción de más