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sábado, 25 de septiembre de 2010

Por Cándido Mercedes
Los objetivos de un Estado en su política económica pueden ser: Crecimiento o Desarrollo. Crecimiento o Desarrollo dependen inexorablemente de la ideología de un gobierno. La ideología delimita, decanta el marco de lo que hay que hacer y para quién hay que actuar y hacerlo desde la instancia del poder.

Los apologistas del cuerpo doctrinario conservador ponen énfasis en el Crecimiento, como si ello por sí solo generara desarrollo y cambio social, que es lo que verdaderamente propicia la necesaria equidad económica y el desarrollo humano.

El Desarrollo es un acto deliberado, planificado, inducido desde el Estado a través de políticas públicas que coadyuven a la necesaria inclusión social de los seres humanos en la sociedad. La calidad de vida de una sociedad hoy, trasciende el mero mecanismo del crecimiento económico y asume un nuevo paradigma de relación que implica la posibilidad de acceder a bienes tangibles e intangibles, que crean y recrean su existencia vital.

Los Objetivos del Milenio constituyen necesidades vitales que debieron asumirse hace mucho tiempo; son elementos fundamentales de una sociedad premoderna. No propio de la Sociedad del Conocimiento; en ésta existen nuevos parámetros tales como: el tráfico telefónico, la cantidad de computadoras personales y el número de usuarios en Internet.

Dentro de los Objetivos del Milenio, se encuentran:
1. La cobertura de la universalización de la educación primaria;
2. La igualdad de género;
3. La reducción de la mortalidad infantil;
4. La reducción de la morbilidad y la mortalidad materna;
5. El VIH/Sida;
6. La gestión del Medio ambiente;
7. La disminución de la pobreza en un 50%; y
8. La problemática de la desnutrición en los niños.
En nuestra sociedad, ni uno solo de los Objetivos del Milenio se cumplirá en el año 2015. Hemos avanzado en la cobertura de la Educación Primaria con una pésima calidad, y se abre cada día más la brecha en el segmento de la Educación Inicial que se divide en: Maternal de 0 a 2 años, Kinder de 2 a 4 años y Preprimario de 4 a 6 años. El sistema educativo del Ministerio de Educación no absorbe a los niños de 0 a 4 años, están excluidos y, en consecuencia, los niños de origen de clase media, media alta y alta, llevan consigo extraordinarias ventajas a los niños y niñas de los sectores más vulnerables, más pobres de la sociedad dominicana.

En España, para ilustrar la enorme importancia de la igualdad de oportunidades, la Educación Inicial es obligatoria desde los 2 años, no importando la escala social en que se encuentren los padres. Prueba suficiente y fehaciente de que la educación es el fundamental instrumento para cerrar y/o disminuir la asimetría social de una sociedad.

El Presidente de la República Dominicana, Dr. Leonel Fernández, acaba de señalar en las Naciones Unidas que no cumpliremos los Objetivos del Milenio, por la crisis financiera (bancaria: Baninter, Bancredito y Mercantil) del 2003 y la crisis global del 2008. Podemos decir que no guarda la verdad. La verdadera causa es el orden de prioridades de inversiones del Presidente y su esquema genuinamente conservador con respecto al Desarrollo Humano. Nunca antes un Presidente en la República Dominicana había manejado tanto dinero público a lo largo de estos últimos 5 años (en un promedio en 5 años, un trillón quinientos mil millones de pesos).

En los últimos 5 años la inversión en gastos sociales ha promediado alrededor de 8.5%; en cambio, el promedio en América Latina para ese mismo interregno ha sido de 14.6% del PIB. Educación, para ser más específico, no ha pasado de un 2% del PIB, más allá de una Ley que la ampara; lo mismo ocurre con el sector salud, 1.8% del PIB.

Es la verdadera visión de un Presidente que en su dualismo dice una cosa y hace otra. Lo que nos lleva a reflexionar que al final, lo que pensemos o digamos, no tiene la menor importancia, lo que verdaderamente importa es lo que hacemos. Lo que hace el mandatario es ver la política como un espectáculo. Es dibujar un escenario conceptual que no guarda relación con la praxis. Es el Presidente que ha perdido el horizonte de lo real; cuyo fundamento es construir y catalizar un viaje sin tiempo y sin espacio; esto es, eterno e infinito.

Los líderes y gerentes cuando dirigen se preguntan en el seno de una organización o una sociedad, qué es lo que hay que hacer, para luego reflexionar alrededor de otra pregunta: qué es lo que conviene hacer, en función de la realidad y de los actores que están en el proceso. Ello lo lleva a priorizar en función del contexto societal en que interactúa, más allá de su sueño anclado en la niñez. El líder prioriza los recursos de la sociedad, para empujar el carro de la historia, donde todos ganen.

Impulsar el carro de la historia para trascender la prehistoria en que nos encontramos, requiere de eficaces políticas de protección social que formen parte de una estrategia de reducción de la pobreza, de disminuir la desigualdad social, de propiciar más la seguridad social, de mejorar y eficientizar con mayor calidad los servicios de salud, la educación y la provisión de servicios públicos que enaltezcan la autoestima y la dignidad del ciudadano dominicano y dominicana.