La prudencia es forma o manera de ser humano hacer las cosas
dentro del marco de la ecuanimidad, la razón, moderación, actuar con ahínco,
respecto por los demás no actuando a la ligera en cualquier momento de nuestras
vidas.
El accidente ocurrido en el día de ayer en la vía Samana,
Nagua, Santo Domingo, no lleva a pensar en estos momentos en la prudencia. La mayoría
de los accidentes de tránsitos ocurridos en nuestras carreteras del país, son
producto de la falta de prudencia en la mayoría de los conductores que se han
visto involucrados en ellos.

La prudencia nos ayuda a reflexionar y a considerar los
efectos que pueden producir nuestras palabras y acciones, teniendo como
resultado un actuar correcto en cualquier circunstancia.
La prudencia en su forma operativa es un puntal para actuar
con mayor conciencia frente a las situaciones ordinarias de la vida, si hubiese
habido prudencia en los conductores en el día de ayer, hoy quizás no estuviésemos
llorando tantos muertos en el nordeste
del país.

La prudencia es la virtud que permite abrir la puerta para la
realización de las otras virtudes y las encamina hacia el fin del ser humano,
hacia su progreso interior.

El valor de la prudencia no se forja a través de una
apariencia, sino por la manera en que nos conducimos ordinariamente.
Posiblemente lo que más trabajo nos cuesta es reflexionar y conservar la calma
en toda circunstancia, la gran mayoría de nuestros desaciertos en la toma de
decisiones, en el trato con las personas o formar opinión, se deriva de la
precipitación, la emoción, el mal humor, una percepción equivocada de la
realidad o la falta de una completa y adecuada información.
Hombres, mujeres y niños esparcidos en el pavimento, sembró
el terror de los sobrevivientes, transeúntes, y a los miembros de los
organismos de socorro, que de manera desinteresada brindaron sus esfuerzos para
salvar a los pocos que quedaron vivos en el día de ayer.
La falta de prudencia siempre tendrá consecuencias a todos
los niveles y este accidente ocurrido en el día de ayer es una de ellas,
personal y colectivo, según sea el caso.
Es importante tomar en cuenta que todas nuestras acciones
estén encaminadas a salvaguardar la integridad de los demás en primera
instancia, como símbolo del respeto que debemos a todos los seres humanos.
El ser prudente no significa tener la certeza de no
equivocarse, por el contrario, la persona prudente muchas veces ha errado, pero
ha tenido la habilidad de reconocer sus fallos y limitaciones aprendiendo de
ellos. Sabe rectificar, pedir perdón y solicitar consejo.
La prudencia nos hace tener un trato justo y lleno de
generosidad hacia los demás, edifica una personalidad recia, segura,
perseverante, capaz de comprometerse en todo y con todos, generando confianza y
estabilidad en quienes nos rodean, seguros de tener a un guía que los conduce
por un camino seguro.
Ojala que este fatal accidente y otros ocurridos en el país,
nos sirvan para encaminarnos a practicar la prudencia.
Que lastima, que los conductores que causaron ese malvado
accidente, no cuenten hoy con vida, para que en el proceso de su recuperación,
pudiesen poner en ejecución la PRUDENCIA.