«Hoy, dos mil años después, vemos tristemente que la persecución continúa: sigue habiendo -y son muchos- quienes sufren y mueren por dar testimonio de Jesús, como también hay quienes son penalizados a diversos niveles por comportarse de forma coherente con el Evangelio, y quienes luchan cada día por mantenerse fieles, sin aspavientos, a sus buenos deberes, mientras el mundo se ríe de ellos y predica otra cosa», dijo el papa en el rezo del ángelus.
Y asomado a la ventana del palacio pontificio añadió. «Estos hermanos y hermanas también pueden parecer fracasados, pero hoy vemos que no es así. De hecho, ahora como entonces, la semilla de sus sacrificios, que parecía morir, brota y da fruto, porque Dios, a través de ellos, sigue obrando maravillas, para cambiar los corazones y salvar a los hombres.
Entonces preguntó a los fieles: ¿me intereso y rezo por quienes, en diversas partes del mundo, siguen sufriendo y muriendo por la fe? Y a la vez, ¿intento dar testimonio del Evangelio con coherencia, mansedumbre y confianza?.
También expresó su cercanía a las comunidades cristianas que sufren discriminación y les exhortó a perseverar en su lucha pacífica por la justicia y la libertad religiosa.