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martes, 6 de julio de 2010

Por Cándido Mercedes
Recientemente el Jefe de la Policía, ante una pregunta de un reportero con respecto al auge de la delincuencia y lo que establecía la encuestadora Gallup/Hoy, de que un 76% cree que ahora hay más delincuencia, éste esbozó que “es una percepción mediática”.
Acorralado, nuevamente se despacha con una respuesta estereotipada, confundiendo los efectos con las causas. Vale decir, son los periodistas que están creando fantasmas. Para él no es cierto que la delincuencia haya crecido, son meras percepciones.
Los periódicos no han creado nada; sólo reflejan lo que pueden construir en forma de noticia. Reflejan sólo una parte del auge de la delincuencia.
Para ponernos de acuerdo, ¿qué es la Percepción? Para Stephen Robbins “es el proceso por el que los individuos organizan e interpretan las impresiones de sus sentidos con el objeto de asignar significado a su entorno”. Kreitner/Kinicki señalan que la percepción “es un proceso mental y cognitivo que nos capacita para interpretar y comprender nuestro entorno”. Y, Judith R. Gordon nos dice que “se refiere al proceso activo de percibir la realidad y de organizarla en interpretaciones o visiones sensatas”.
A menudo lo que percibimos es probable que no guarde relación con la realidad; sin embargo, la percepción es que nos lleva a tomar decisiones; nos lleva a la profecía del autocumplimiento. Nuestro comportamiento está basado en las percepciones. Entran en juego en ese campo de la subjetividad humana, nuestras actitudes, intereses, experiencias, expectativas, motivos, la economía, la sociedad, las oportunidades, los vínculos sociales.
El Ministerio de Interior, la Policía y la Procuraduría General lo que hacen es el Estudio de la tasa de Violencia y de Criminalidad. Esto es necesario pero no suficiente, pues solamente aborda el número de muertos por cada 100,000 habitantes (en 2010 está en 23.6 y en 2004 estaba en 12.4). Esto quiere decir, que la tasa de violencia registra sólo los delitos graves, no así la Tasa de Delincuencia, la cual se obtiene por medio de una Encuesta sobre Delincuencia o Estudios de Victimización, donde se reflejan todos los delitos que se originan en una sociedad.
Cuando hablamos de auge de la delincuencia, no estamos abordando solamente los delitos graves, sino también los robos de carteras, celulares y vehículos, allanamiento de morada, atraco callejero con intimidación, violación a mujeres o niños, robos en pasolas.
Lo que ocurre es que en República Dominicana no existe como en otros países los delitos de denuncia obligada. Los registros de la Policía Nacional y de la Procuraduría sólo atañen a delitos violentos, secuestros, no registran “los pequeños robos”. Las estadísticas de delincuencia oficiales sólo reflejan una parte del conjunto de los delitos.
La cifra oculta de los delitos no registrados es lo que lleva a la población a señalar que hay un auge de la delincuencia en nuestra sociedad (76% de los encuestados). La proporción entre delitos cometidos en relación con los denunciados es muy alta en nuestra sociedad. Así mismo, encontramos múltiples razones por las que no se denuncian los delitos; entre ellos encontramos: la policía no nos hará caso por una cartera, un celular o porque me abrieron el carro y me robaron la computadora; miedo a la policía; temor a represalias por parte de los delincuentes; no me pasó nada a mí aún cuando me quitaron los lentes y el anillo de graduación; no van a resolver nada; no tengo tiempo para ir a la policía.
No es lo mismo –desde la sociología– medir la Tasa de Homicidios de una sociedad y la Tasa de Delincuencia. La problemática de la delincuencia contiene a la primera y la desborda al mismo tiempo. Puede existir una tasa de homicidio baja y sin embargo una tasa de delincuencia alta.
Desde el Estado, como no pueden garantizar la seguridad, deberían centrarse en diseñar y desarrollar políticas públicas orientadas a la gestión de la Inseguridad, que coadyuve a una eficiente y efectiva gestión del riesgo, a través de una adecuada prevención del delito. Se requiere ser más preactivo y más proactivo.
El auge de la delincuencia no puede encontrar a las autoridades que tienen que velar por la seguridad con una política de pies de barro, la cual trae consigo de manera inexorable una Patología Social. Para Emilio Durkheim una Patología Social, es el nivel de tolerancia que toda sociedad tiene de determinadas conductas desviadas; cuando se supera ese nivel, se está en presencia de Patología Social. Para él, el problema surge cuando una sociedad dada tiende a elevar continuamente el nivel de tolerancia. Por eso debemos rechazar con vehemencia, con entereza, todo lo que tiene de malo, de perverso y trae consigo la delincuencia.
Nuestras percepciones afectan nuestro comportamiento y actitudes y cuando éstas son negativas, llevan a trastocar todo el andamiaje del edificio social y comienzan a romperse los hilos del equilibrio que configura el espacio de la gobernabilidad y de la cohesión social. Así como debe de existir un justo medio entre la abundancia y la pobreza, entre la libertad y la justicia social, se hace más que necesario, impostergable, asumir una verdadera cruzada en contra de la delincuencia, a todo su nivel y niveles.