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lunes, 8 de febrero de 2010

Pierre Falcone, un vendedor internacional de armas argelino y activo miembro del jet-set internacional, era considerado un fugitivo de la justicia de Francia desde el 2003.
Un juez francés lo acusó de participar en una millonaria venta de armas a Angola durante la guerra civil, de evasión de impuestos y lavado de dinero, además de ser investigado por contrabando de diamantes y por el presunto pago de sobornos en Colombia.
Pese a este turbulento pasado, Falcone movió tranquilamente unos $60 millones en el sistema bancario de Estados Unidos y logró comprarse la mansión más cara en la historia del estado Arizona sin que nadie le preguntara de dónde venía su dinero, según se desprende de un amplio informe revelado esta semana por la Subcomisión de Investigaciones del Senado.
El caso de Falcone es uno de cuatro escándalos internacionales de corrupción que la subcomisión senatorial estudió a profundidad para sustentar su preocupación de que Estados Unidos, pese a todas las medidas anunciadas a partir de 9/11, continúa siendo un cómodo refugio de personajes al margen de la ley que cuentan con la ayuda de bancos, firmas inmobiliarias, abogados y cabilderos.
En un informe de 330 páginas revelado esta semana, la subcomisión señala que "aunque las instituciones bancarias de Estados Unidos se han vuelto más vigilantes y menos dispuestas a aceptar fondos sospechosos, los Personajes Políticamente Expuestos (PEPs) aún logran ingresar millones de dólares a Estados Unidos, sin tener que responder preguntas sobre la fuente de su dinero''.
La subcomisión, que ganó notoriedad hace seis años al revelar las primeras denuncias de cómo el Rigss Bank escondía fondos del dictador chileno Augusto Pinochet, puso la mira esta vez a las fortunas de Falcone; Teodoro Obiang, el hijo de 40 años del presidente de Guinea Ecuatorial; Omar Bongo, presidente de Gabón durante 41 años hasta su muerte el año pasado; y Jennifer Douglas, ciudadana estadounidense y cuarta esposa de Atiku Abubakar, ex vicepresidente de Nigeria.
Falcone, de 55 años, es conocido en algunos países de América Latina por sus inversiones y negocios de armas y equipos de defensa.
Según el periódico francés Le Monde, el padre de Falcone, Pierre, trabajó en la venta de armas en América Latina, especialmente en Venezuela. Le Express, otra publicación francesa reportó en el 2001 que Henri Hurand, entonces presidente de Sofremi, una empresa de venta de equipos y armamentos del gobierno de Francia, descubrió que a Falcone se le pagaban comisiones por contratos obtenidos en Argentina, Brasil y Colombia.
Brenco, una de las empresas de Falcone, se ganó una licitación en 1994 para la instalación de la sala de comando de la policía nacional de Colombia. La licitación, por $24 millones fue objeto de investigación de la fiscalía debido a que una parte de los equipos no pudo entrar en funcionamiento por problemas de incompatibilidad técnica y falta de frecuencias, informó el diario colombiano El Tiempo.
En Colombia, también se ha reportado que Falcone ha sido dueño de una importante cadena hotelera.
Pero quizá el escándalo más sonado en el que ha estado involucrado Falcone, quien actualmente cumple una sentencia de seis años en Francia, es el conocido com Angolagate, una venta multimillonaria de armas a Angola a un precio exorbitante y en violación del embargo de Naciones Unidas. El escándalo comprometió también a Jean Christophe Mitterrand, hijo del ex presidente francés Francois Mitterrand.