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lunes, 3 de mayo de 2010

El cardenal Jaime Ortega habla con la prensa a la salida de la misa en la Iglesia de Santa Rita, en La Habana, el domingo 2 de mayo.
La inédita mediación de la Iglesia Católica cubana que permitió manifestar a esposas de presos políticos en La Habana confirmó el buen momento que pasa en la difícil relación de medio siglo con el Gobierno comunista, aunque reclama más apertura y cambios en la isla.
Luego de tres semanas de prohibida su habitual caminata dominical por la Quinta Avenida (oeste), las Damas de Blanco marcharon, flores en mano, para reclamar la libertad de sus esposos, sin ser insultadas o rodeadas por adeptos del gobierno como las otras veces, gracias a la gestión del cardenal Jaime Ortega.
"Son gestos que van paulatinamente, pero esperamos que sigan avanzando. En estos momentos hay conversaciones, siempre planteamos las necesidades que tenemos para cumplir nuestra misión, en particular la situación de los presos'', dijo el sacerdote Emilio Aranguren, encargado de la Pastoral Penitenciaria de la Iglesia, a la AFP.
Ortega reveló a la prensa internacional que a iniciativa de la Iglesia se reunió con altos niveles del gobierno, que se comprometieron a no reprimir las caminatas y le pidieron comunicar a las mujeres que podían marchar sin pedir autorización, como les exigían desde hace tres semanas.
"Es un buen gesto (...) un modo novedoso de actuar, en otros momentos se nos habría respondido con el silencio'', dijo Ortega, arzobispo de La Habana. La Iglesia había pedido que no se repitieran los "dolorosos'' hostigamientos de los anteriores domingos.
Las Damas de Blanco --a las que el gobierno cubano acusa de ser financiadas por Estados Unidos y por anticastristas de Miami-- agradecieron a la Iglesia y calificaron la reanudación de sus caminatas como una "pequeña victoria'', pues se darán por satisfechas solo cuando sus familiares sean liberados.
"Queremos agradecer la intervención de la Iglesia porque estábamos tercos el Estado y nosotras, lo admitimos'', manifestó Loida Valdés, otra de las mujeres que se agruparon tras el arresto y condena de 75 opositores en 2003.
Por su parte, Aranguren, obispo de Holguín (este), consideró que las Damas de Blanco ‘‘ante la situación de sus familiares tienen esa manera de expresarse (marchas) y es una postura que merece respeto y consideración''.
"El comportamiento que tiene la Iglesia con los presos, incluidos los denominados de conciencia, es inherente a su misión. Ante ellos mantenemos atención de sus necesidades y la de sus familias'', agregó.
Las relaciones entre la Iglesia y el gobierno han sido oscilantes en el medio siglo que va desde la revolución de Fidel Castro, con la tensión más fuerte en los años 60 cuando fueron expulsados más de 130 religiosos.
Cuando Fidel Castro proclama el socialismo, se entroniza el ateísmo y la Iglesia pierde colegios y otras propiedades, así como acceso a los medios, en un proceso de nacionalización.
Pero desde la visita del papa Juan Pablo II en enero de 1998 el diálogo fluye, se recuperan la Navidad y las procesiones -tres décadas vetadas-, y más recientemente Raúl Castro, que relevó a su hermano Fidel en 2006, autorizó misas en las cárceles y una mayor acción de grupos como Caritas, recibió a jerarcas del Vaticano y hasta acudió a la beatificación de un cubano.
"Ha habido que vencer ciertas resistencias, rezagos de desconfianza (...) Las relaciones (...) se encuentran en un periodo de expresiones y gestos nuevos (...). Ha habido un salto cualitativo, pero falta mucho por andar'', dice la última edición de la revista católica Palabra Nueva.
Desde esa revista, la Iglesia se ha permitido alzar la voz sobre la situación del país, advirtiendo del "colapso'' de la economía y reclamando "cambios'' en lugar de ajuste y "recentralización ideológica''.
"La Iglesia mantiene las esperanzas en ese diálogo, y algunos gestos recientes de parte de las autoridaes del país, potencian esa esperanza'', dijo Palabra Nueva. "El Estado cubano no tiene en la Iglesia ni un aliado ni un enemigo'', subrayó. Read more: