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miércoles, 6 de enero de 2010

Un soldado se despide de su hijo antes de partir a Afganistán.
Un soldado se despide de su hijo antes de partir a Afganistán.

Vestido con su uniforme de camuflaje, a Pedro Montero se le hizo un nudo en la garganta el martes por la mañana cuando cargó a una de sus mellizas de 11 meses durante la ceremonia de la Guardia Nacional de la Florida.

Lo más difícil de los 11 meses que pasará en Irak, dijo el especialista, será no ver crecer a Jaelyn y Jazmin. O no estar presente cuando digan sus primeras palabras.

"Cuando vuelva a verlas estarán dos veces más grandes'', dijo Montero, un miamense de 22 años. "Pero espero que cuando regrese pueda escucharlas decir ‘papá' ''.

Montero es uno de 2,500 miembros de la Guardia de la Florida que serán enviados en un par de meses a Irak y Kuwait, aunque el Pentágono esté concentrando su atención en Afganistán en los próximos años. Este es el mayor despliegue de la Guardia de la Florida desde la Segunda Guerra Mundial.

Unos 600 miembros del 124 Regimiento, 1er Batallón --en su mayoría del sur de la Florida-- fueron homenajeados el martes en una ceremonia especial frente al aeropuerto de Fort Lauderdale. Quizás, sobre todo, la ceremonia preparó a los soldados para estar separados de sus familias.

Los guardias abordaron varios aviones el martes por la tarde para casi dos meses de entrenamiento en Fort Hood, Texas, donde aprenderán a dar primeros auxilios, detectar bombas improvisadas y eludir el fuego de los francotiradores.

Después será desplegados en el Medio Oriente. Los guardias, hombres y mujeres, distribuirán alimentos y todo tipo de insumo a los soldados entre Kuwait e Irak en misiones de convoy potencialmente peligrosas a medida que Washington reduce las operaciones militares en Irak.

Los guardias del sur de la Florida representan una amplia gama de la población de la zona.

Hay recién casados, padres solteros, divorciados, graduados universitarios y empleados a tiempo completo de la Guardia de la Florida. Algunos han participado en misiones de combate varias veces, en Irak, Afganistán y hasta Bosnia. Otros esperan su primer despliegue con una mezcla de júbilo y nerviosismo.

"Estoy nerviosa pero alentada al mismo tiempo'', dijo la sargento Jacqueline Guzmán, madre soltera con tres hijos que vive en Homestead.

En la ceremonia de despedida, Guzmán y los otros guardias escucharon al gobernador Charlie Crist y al general Douglas Burnett hablar de las obligaciones y dificultades en tiempos de guerra. Los dos subrayaron la necesidad de responder el llamado al servicio, reconocieron a los familiares que se harán cargo de los niños y aplaudieron a los soldados por su servicio.

"Su heroísmo, su sentido del honor, así como el de sus familias, son ejemplo de notable desprendimiento en la larga historia del servicio militar de la Florida'', dijo Crist.

Con todo, para que los están en su primer despliegue enfrentarán una dura experiencia en la que las horas de tedio serán muchas más que los minutos de combate. Otros ya lo han vivido.

Al capitán James O'Keefe ya lo han enviado dos veces al frente: Afganistán en el 2004 e Irak en el 2007.

"Es duro para la familia'', dijo O'Keefe, de 40 años, que vive con su esposa Kim y una hijastra de 16 años en Lantana. Tres hijos de un matrimonio anterior viven con su madre en Virginia. "Estaba divorciado cuando regresé [de Irak]''.

Si el deber militar ha sido una prueba para O'Keefe en lo personal, sus deberes militares se han alviado con el tiempo, dijo.

"El despliegue ya no tiene misterios'', dijo O'Keefe, jefe de una compañía de Miami con sede en la Armería Robert A. Ballard.

Para el sargento de primera clase Jeremy Commander es su segundo despliegue --el primero fue en Irak en el 2003-- pero es el primero para su esposa, con la que lleva casado tres meses.

"Ahora uno vive el último minuto [de la despedida]'', dijo Commander, de 32 años y de Port St. Lucie.

Mientras se abrazaban y se despedían, los espectadores y los fotógrafos eran testigos. Sus largos abrazos recordaban de la famoso foto de la revista LIFE de 1945 en la que un marinero besa una enfermera en Times Square.

"Es como aquella foto de los que se besaron en Nueva York'', dijo Commander, supervisor de la FPL.

"Hemos estado juntos tanto tiempo que nos hemos preparado para esto'', dijo su esposa Korinne, de 27 años y coordinadora de una consulta de ortopedia.

Es casi seguro que los surfloridanos van a extrañar el sol y la humedad en una región árida y desértica.

El sargento Raymond Matthews, de Carol City, dijo que extrañaría los juegos de póquer los domingos y el baloncesto profesional en la televisión. Y no sólo al Miami Heat, sino también a los Boston Celtics.