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domingo, 24 de mayo de 2009

El uso de artes y técnicas ilícitas por parte de empresarios pesqueros que están identificados por las autoridades destruye el ecosistema marino que sirve de sustento al municipio de Sánchez, en Samaná
Lery Laura Piña
domingo, 24 de mayo de 2009
La red "Licuadora" no discrimina
Pedro Jaime Fernández / Clave DigitalTras despertar de la fantástica creencia de que la Bahía de Samaná era una fuente de riqueza inagotable, los pescadores del municipio de Sánchez se dan cuenta del inminente deterioro del ecosistema que les sirve de sustento: en los últimos años desaparecieron o entraron en proceso de extinción más de 40 especies que antes eran comunes en la zona.Una investigación de campo levantada por la Asociación de Pescadores Ambientalistas de la Bahía de San Lorenzo determinó que el agotamiento de los fondos marinos es atribuido a dos razones principales: la primera los elevados niveles de sedimentación y la presencia de elementos químicos que llegan a la costa arrastrados por las corrientes del río Yuna, que nace en la Cordillera Central.
Los sedimentos cubren los corales de unos tres kilómetros de playa, eliminando la posibilidad de un hábitat natural para miles de especies, según la entidad.
La segunda causa, y la más letal, es el uso de artes y técnicas prohibidas para la actividad pesquera. Las principales son las redes de arrastre ilegales que aquí fueron bautizadas como “licuadoras” por los efectos demoledores que producen.
Este arte es considerado el más pernicioso porque hace las veces de arar el fondo marino, y su maya, con orificios muy pequeños, atrapa especies sin discriminar tamaño. La parte inferior de la boca del saco está bordada por una cadena fuerte que tiene la función de mantenerlo abierto y ocasionar disturbios en el fondo del mar para que las especies salgan de sus escondites y caigan en la trampa, quedando los cuerpos más pequeños aplastados por las cadenas y por otras especies de mayor tamaño y peso.
EL USO DE CLORO, OTRA TÉCNICA DE PESCA LETAL
El uso de funditas de cloro para la captura de peces u otros seres marinos es un método descubierto recientemente por los estudiadores del crecimiento de los arrecifes y considerado letal para los recursos marinos. El investigador Francisco Geraldes, del Centro de Biología Marina de la UASD, explica que encontraron huellas de esta práctica en las zonas pesqueras del Este, sobre todo en las cercanías de Samaná y Miches. Explica que los buzos utilizan el cloro para aturdir a los peces que se esconden en cuevas o espacios de difícil acceso para atraparlos con mayor facilidad. Indica que esto afecta la flora y la fauna alrededor de la cueva y expone la salud de los consumidores finales de los peces.El desequilibrio ocasionado con esta práctica resulta drástico porque, además de que extermina plantas y animales del mar, hace desaparecer las fuentes de alimentación de otras que no fueron capturadas, alterando su hábitat hasta el punto de obligarlas a emigrar o morir en la bahía, explica el biólogo Carlos Peñaló.
Un pescador “de licuadora” puede atrapar hasta 100 libras de camarones en una noche. Estos niveles de producción no serían alcanzados por diez pescadores de atarraya juntos, según indica Ezequiel Stevens, vicepresidente de la Asociación de Pescadores Ambientalistas.
Como principal responsable del auge de la actividad pesquera con instrumentos ilícitos se señala a Henry Camacho, un reconocido comerciante del sector pesquero en Sánchez, que tendría cerca de 30 redes ilegales operando en la zona. La información fue ofrecida por Irys Manuel Boyer y Ezequiel Stevens, presidente y vicepresidente de la Asociación de Pescadores y Ambientalistas, respectivamente; los inspectores de la subsecretaría de Recursos Costeros y Marinos, Samuel Cordero, José Alberto Tavárez y Manuel Rojas; y los inspectores del Consejo Dominicano de Pesca y Acuicultura (CODOPESCA), Wilson Chávez y Francisco Morales.
También es señalado el comerciante Andrés Payano, otro empresario del sector pesquero en Sánchez que tendría a su servicio a pescadores que reciben una porción de las ganancias.
Asimismo, se le atribuye vinculación con esta modalidad de pesca a Félix Mejía y otros pescadores conocidos sólo por sus apodos: Niño el Caballo, Payo, Cuqui, Yayo, Clemente y Batato.