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sábado, 17 de abril de 2010

La reforma del sistema es el siguiente proyecto de ley que Obama quiere que se apruebe este año.
WASHINGTON.-
Estados Unidos está destinado a padecer una nueva crisis económica, por la cual pagarían los ciudadanos, a menos que el Congreso refuerce el control sobre la industria financiera, señaló el presidente Barack Obama este sábado.
La reforma del sistema es el siguiente proyecto de ley que Obama quiere que se apruebe este año, pero una oposición férrea de los republicanos en el Senado está poniendo en peligro su objetivo.
"Oponerse a la reforma dejará a los ciudadanos que pagan impuestos vulnerables", dijo el mandatario estadounidense.

"Cada día (que pasa) no actuamos, el mismo sistema que llevó al rescate financiero se mantiene, con las mismas fallas y las mismas debilidades", dijo Obama durante su alocución semanal de radio e Internet. "Y si no cambiamos lo que llevó a la crisis, estamos condenados a repetirla".
"Oponerse a la reforma dejará a los ciudadanos que pagan impuestos vulnerables si una crisis como esta vuelve a pasar alguna vez", dijo el mandatario.
Una propuesta que los senadores demócratas están preparando para que sea debatida incluye un mecanismo que permitiría liquidar grandes compañías financieras para evitar su desplome.
Por primera vez, el gobierno regularía los derivados, instrumentos financieros cuyo valor depende de un activo, como las hipotecas o las acciones, usados para respaldarlos como garantía real. Los derivados pueden ayudar a paliar los riesgos. Pero los derivados pueden producir también grandes pérdidas, o grandes ganancias, si el valor de esa garantía real que los respalda cae.
El viernes, Obama prometió que vetará el proyecto si esto no regula el mercado de derivados, que contribuyó a los problemas económicos de Estados Unidos al desplomarse su valor durante la crisis de viviendas.
Sin embargo, los demócratas no han acordado qué tan lejos deben ir esas regulaciones, y todos los senadores republicanos están unidos en contra del proyecto.
Los republicanos argumentan que con la creación de un fondo de 50.000 millones de dólares para desmantelar los bancos que se consideren "demasiado grandes para fracasar", el gobierno prolongaría el rescate financiero de Wall Street.