
Estas dos jóvenes mujeres observan el tono marrón en las aguas del mar Caribe, en la desembocadura del río Ozama por el Malecón de Santo Domingo, a causa del arrastre de tierra por las crecientes de ríos en la provincia de Santo Domingo y el Distrito Nacional. Es tierra que se va y no vuelve. Un proceso que llama a reforestar las cuencas de los ríos para defender la vida.