Breaking News
Loading...
domingo, 29 de noviembre de 2009



Algunos comportamientos y actitudes dentro de la relación de pareja podrán ser aceptados socialmente, pero eso no los hace correctos. Si la mujer aprende a trazar límites cuando ocurren las primeras agresiones psicológicas, es menos probable que ocurra la violencia física.






Roberto Guzmán/Clave Digital
Si a las mujeres víctimas de violencia de género les cuesta salir de ese círculo, es porque mucho antes de la aparición de las agresiones físicas hubo un proceso de condicionamiento psicológico perpetrado por el agresor que, literalmente, las desarmó. Estos mecanismos de violencia sutil, como los llama la psiquiatra francesa Marie-France Hirigoyen en su libro Mujeres Maltratadas.

Los mecanismos de la violencia en la pareja (Paidós, 2006) son legitimados por estereotipos y patrones sociales que persisten pese a las conquistas logradas por los movimientos feministas. Es decir, aunque en el plano laboral o académico las mujeres han alcanzado victorias, éstas no se reflejan en el seno del hogar, donde sigue siendo la encargada de mantener unida a la familia.

Pero por otro lado, más allá del rol pasivo que socialmente se le asigna, esos “pequeños” golpes psicológicos tienden a no ser tomados en cuenta por quien los padece debido a la forma en que son asestados.

1-INDIFERENCIA O BURLAS

La dificultad para detectar las violencias psicológicas radica en que el límite es impreciso”

Marie-france hirigoyen, En el libro “Mujeres Maltratadas”
Inicialmente el maltrato psicológico comienza con actitudes de frialdad injustificada que tienden a confundir a la compañera. Si se le pregunta si hay algún problema, el agresor responde negativamente y lo atribuye a la imaginación de la víctima, pero esa actitud opera como una verdadera tortura.

Otra forma de maltrato son las burlas o insultos dichos irónicamente y casi siempre en una esfera íntima. Si la mujer reclama, se le acusa de tener poco sentido del humor, con lo que ésta se siente culpable y duda de que su reclamo sea justo. La dificultad para detectar este tipo de violencia radica en que su límite es impreciso y subjetivo, según explica Hirigoyen en su libro.

2-EL CONTROL

3,395

denuncias por violencia psicológica se recibieron el año pasado en el Distrito Nacional (las cifras de 2009 no están disponibles). El sistema tiende a castigar las agresiones que dejan huellas visibles.
“Son personas que quieren tener el control hasta de las cosas más sencillas, como manejar”, describe la terapeuta Luz Cortázar, del Instituto de la Familia. Como en las relaciones violentas lo que está en juego es el poder, tener el control sobre los actos de la pareja es una forma de desconocerlo como persona y reconocerlo como objeto.

Es posible que el agresor le pida a su compañera abandonar el trabajo alegando que es por el bien de los hijos, para que pueda estudiar o descansar o para que no tenga que padecer a un jefe. Le promete encargarse todo, lo que está muy bien visto socialmente, pero más tarde la dependencia económica será un motivo para no abandonar una relación abusiva.