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martes, 25 de septiembre de 2012


Naciones Unidas, 25 sep (EFE).- El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, animó a la comunidad internacional a actuar para detener la crisis en Siria y aseguró que poner fin a los abusos de los derechos humanos que tanto el Gobierno como la oposición cometen en el país es "el deber de nuestra generación". "Es el deber de nuestra generación el acabar con la impunidad de los crímenes internacionales, en Siria y en cualquier parte", dijo Ban ante los líderes mundiales en su intervención en la apertura de los debates públicos del 67 periodo de sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas.



El máximo responsable de la ONU lamentó que "la situación en Siria empeore cada día" y lanzó su enésima llamada a la acción de los miembros del Consejo de Seguridad ante "una calamidad regional con ramificaciones mundiales", que es "una grave y creciente amenaza a la paz y la seguridad internacionales".



"Pido a la comunidad internacional y especialmente a los miembros del Consejo de Seguridad y los países de la región que apoyen de forma concreta y sólida los esfuerzos del representante especial Lajdar Brahimi", subrayó Ban sobre el mediador internacional.



El secretario general, quien alertó del impacto humanitario de la crisis dentro y fuera de Siria, pidió de nuevo que se detenga la violencia y que se ponga fin al suministro de armas tanto al régimen de Bachar al Asad como a la oposición, para que "se ponga en marcha una transición liderada por los sirios tan pronto como sea posible".



"La comunidad internacional no debería mirar hacia otro lado mientras la espiral de violencia se sale de control", aseveró Ban, quien denunció que "se continúan cometiendo brutales abusos contra los derechos humanos, principalmente por parte del Gobierno, pero también por grupos de la oposición".



El diplomático surcoreano dio especial importancia a la crisis siria en su intervención ante el plenario de la ONU mientras empeora el conflicto en el país árabe y su representante especial maneja ya "nuevas ideas" para tratar de impulsar el inicio de un diálogo político que, por otra parte, no se ve en un futuro cercano.



Así lo expresó el lunes el propio Brahimi en una reunión ante un Consejo de Seguridad que permanece dividido ante la crisis siria, después de los tres dobles vetos por parte de Rusia y China a resoluciones presentadas por los países occidentales y árabes.



Durante su discurso ante la Asamblea, Ban dedicó un espacio fundamental a Oriente Medio y volvió a defender el derecho de los palestinos a "tener un Estado viable propio", pero también el de Israel a "vivir en paz y seguridad, libre de amenazas y cohetes".



"La solución de los dos Estados es la única opción sostenible, pero la puerta puede estar cerrándose para siempre", alertó Ban, para quien "la continuación de los asentamientos israelíes en los territorios ocupados socava los esfuerzos por la paz", por lo que pidió que se rompa "este peligroso tiempo muerto".



El secretario general de la ONU también se refirió a las tensiones entre Israel e Irán, y condenó "el lenguaje de deslegitimación y amenazas de una posible acción militar", un ataque que sería "devastador", por lo que pidió a los líderes que usen "sus voces para rebajar las tensiones en vez de aumentar la volatilidad del momento".



El diplomático, quien en su discurso mostró su "grave preocupación" ante las situaciones en Afganistán, la República Democrática del Congo, el Sahel y Sudán y Sudán del Sur, también se refirió a las olas de protestas en el mundo árabe por las mofas a Mahoma.



"La libertad de expresión y de asamblea son fundamentales, pero ninguna de ellas es una licencia para incitar o cometer violencia", subrayó, al tiempo que pidió calma tras arremeter contra quienes son "tolerantes con la intolerancia" y quienes están "siempre preparados para incendiar con pequeñas llamas".



Tras la intervención de Ban, empiezan a hablar los líderes mundiales que han llegado a Nueva York para la Asamblea General, entre los que los primeros serán, en este orden, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, y el mandatario estadounidense, Barack Obama