
La lectura se interrumpirá en seis ocasiones, las horas exactas en que se estrellaron los aviones y en que se derrumbaron las dos torres neoyorquinas, y se prolongará durante casi cuatro horas.
Doscientos familiares de las víctimas, divididas en cien parejas, se turnarán en la lectura de los nombres de los muertos por orden alfabético. También asisten otros familiares, muchos con fotografías de sus seres queridos perdidos entonces.
Con la voz quebrada por la emoción y entre lágrimas en muchos casos, los asistentes mencionan a sus familiares, esposas o esposos, padres, hermanos, asesinados en aquellos ataques.
La ceremonia se inició con la interpretación del himno nacional estadounidense a cargo del Coro Joven de Nueva York.
Al contrario que el año pasado, cuando se conmemoró el décimo aniversario de los atentados y asistieron el presidente estadounidense, Barack Obama, y su antecesor, George W. Bush, en esta ocasión no asisten políticos de primera fila.
El memorial está presidido por dos piscinas con caídas de agua de 10 metros en cuyo alrededor están grabados en bronce los nombres de las 2.983 personas que murieron el 11 de septiembre de 2001 en los atentados de la red terrorista Al Qaeda y los de los seis fallecidos en el primer atentado contra el World Trade Center en 1993.
Otras ceremonias paralelas, mucho más breves, se realizan en distintos puntos de la ciudad, como comisarías de policía, cuarteles de bomberos, la Autoridad del Puerto de Nueva York, o la empresa financiera Marsh&McLennan, que perdió a 295 trabajadores.
Este aniversario ha vuelto a traer un fuerte incremento de las medidas de seguridad y del despliegue de agentes de distintos cuerpos y de soldados en algunas zonas claves de la ciudad, como edificios oficiales importantes o estaciones de transporte público.